lunes, 28 de febrero de 2011

En Burka y Captura


Y sí, en burka voy a tener que salir a calle para que no me deis de hostias por lo que voy a contar. La semana pasada comenté que fui a ver Cisne Negro, hablé de las chonis que me “acompañaron” durante la proyección, pero no dije lo que me pareció la película. Y de eso quiero hablar hoy precisamente. Sé que mi opinión va a ir en contra de lo que piensa la mayoría, pero no quiero callármela, que para eso es mi blog y digo lo que me sale del toto. Pues eso. Cisne Negro es de esas películas que todo el mundo (público, crítica, etc.) alaba y como que está mal criticarla, incluso hasta queda fatal hacerlo. De repente hay cosas que se dan por hecho que están bien. Unos pocos deciden que son buenas y de inmediato una amplia mayoría lo acata así. A partir de ese momento cualquiera que piense u opine lo contrario se le tacha de cateto, de inculto o de ignorante. Así como hay otras que se dan por hecho que son malas y desde el momento en que confiesas que te gustan te convierten en el mismo cateto, inculto e ignorante. Pues oye,  que a mi no me gusta Lars Von Trier.  Que me parece un cursi, un aburrido y un pretencioso. No me mola nada su cine. Nada. Como también detesto a Tarantino, me parece un efectista. Y sí, adoro a Almodóvar, que ahora parece que está guay criticarle. Como también es muy cool decir que Pe es mala actriz o que la Pataki es un truño. Pues a mi me encantan las dos por razones diferentes, pero me gustan las dos. Y que me da igual que me tachen de hortera o de inculto. Que para mi no es problema ver una peli de Woody Allen y Sálvame Deluxe. Todo es compatible, de todo se aprende, de lo bueno y de la malo. De lo bueno y de lo malo uno se enriquece. De lo que no se aprende es de lo supuestamente bueno o de la supuestamente malo. Que cuatro gurús de tres al cuarto nos digan qué tenemos que ver, leer, pensar o comer, y les sigamos a pies juntillas, sólo mina nuestra personalidad. 
Ah, y que no me gustó Cisne Negro, en eso estaba. Bueno, la verdad no es que no me gustara, pero me esperaba más. Según mi modesta opinión tiene un guión flojo, plagado de lugares comunes, que aunque los usa como recurso para contarnos lo que nos cuenta (tranquilo todo el mundo que no voy a espoilear nada) al final se sirve de ellos para contarnos la historia. Los personajes, todos, me parecen muy tópicos. Ninguno me sorprende. Las relaciones entre ellos tampoco, son tan previsibles como en Show Girls. Y lo peor de todo, que servidor estaba pensando “bueno, seguro que pasa algo, un giro, un no sé” y servidor se quedó con las ganas. Lo que me imaginaba desde un principio es lo que pasa finalmente. ¿Peliculón? ¿Maravilla de película? Pues no. ¿Natalie Portman magnífica? ¿Qué está que se sale? Pues sí. Cisne Negro es una peli correcta y entretenida gracias al inmenso trabajo de la Portman. Porque pienso que esta misma peli con Nicole Kidman de prota no se habría comido un kiki. Y sí, esta es mi opinión. 
Hale, ya podéis empezar a insultarme…

jueves, 24 de febrero de 2011

Sardana Botella


Madrid y Barcelona son las eternas comparadas, sobre todo para los que somos de una o de la otra ciudad. Vayas a Barcelona o vengas de Madrid las comparaciones entre la una y la otra son inevitables. Que si Madrid tiene más marcha, que si Barcelona tiene mar, que si Madrid es más abierta, que si Barcelona es más cerrada. Siempre son los mismos comentarios, muy tópicos en su mayoría, pero que encierran mucho de verdad en ambos casos. 
Yo soy un barcelonés que vive en Madrid desde 1996, y la obsesión esa por comparar a una con la otra ya se me fue al poco tiempo de trasladarme a mi nueva ciudad. Uno aprende a ver que cada capital tiene lo suyo y descubre que son dos ciudades que son incomparables. Se parecen tanto entre ellas como un huevo a una castaña. No tienen NADA que ver. En lo único que se parecen es que Madrid tiene sus encantos y sus cosas horribles y que Barcelona también. Lo importante al fin y al cabo, vivas en la ciudad que vivas, es acostumbrarte a lo que tiene cada una, a lo que te ofrece, tanto te guste como no. Elegir vivir en una u otra ya será una cuestión de dónde uno se sienta más a gusto o se encuentre más consigo mismo. Para mi Barcelona es una ciudad ideal; tiene un clima fantástico, tiene mar, es un ciudad preciosa, se puede pasear por toda ella y disfrutar de su tranquilidad a pesar de ser una ciudad grande. Esto último seguro que más de un barcelonés me lo negará: “¡¿Tranquila?!” Pues sí. Si has vivido o vives en Madrid (no vale venir por curro o de fin de semana) uno se da cuenta que Madrid es un constante ir y venir, tráfico a todas horas y ruido, mucho ruido. Este ruido Barcelona, por mucho tráfico que haya, no lo tiene. En Madrid la gente habla a gritos, en Barcelona no. Para vivir en Madrid te tiene que gustar todo lo que te ofrece, que no siempre es salir de tapeo y de marcha como se cree la mayoría de la gente. Madrid es una ciudad dura, mucho más dura que Barcelona, pero tiene algo no perceptible que es lo que engancha. Madrid es una ciudad bonita, sí, pero ese no es el encanto principal de Madrid. Madrid tiene “un algo” que es lo que nos mola a todos los que vivimos aquí (y a muchos que vienen de visita). Y sí, es la vida nocturna, es el carácter de la gente, el que nadie te pregunta de dónde eres. En Madrid eres aceptado de inmediato y desde el primer momento la ciudad entera te hace sentir que eres uno más. Esa es la gran virtud de Madrid que, sin embargo, Barcelona no tiene. Barcelona tiene otras virtudes, pero ésta no. 
Volviendo a que son las dos ciudades españolas eternamente comparadas… Quizás si Madrid se abarcelonara un poco más (cuidase más su parte estética, que la tiene bastante abandonada, o bajase el nivel de ruido) y Barcelona se amadrileñase un poco más (tuviera una vida más agitada y una gente de carácter más abierto y entregado) sería ideal. ¡Y se dejarían de comparar! 
No sé. Servidor que casi prefiere que cada una siga siendo como es. Con sus defectos y sus virtudes. Que si las dos ciudades fueran muy parecidas esto no tendría ni puta gracia. ¿Y a dónde nos íbamos a vivir entonces? ¿A los Monegros? Hombre, diferentes a todo sí que son. 
Pues eso.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Apeste Fideles


Uno ha sido siempre muy sensible a los olores. Herencia paterna, y puedo decir que para unas cosas es cojonudo pero para otras es una enorme putada. Para subirse en el metro, sobre todo en verano, es una auténtica tortura china. Que la gente se ducha poco en enero o en agosto es algo que también lo puedo certificar absolutamente. Además parece que uno tenga como un imán para atraer a los más cerdos y cerdas. No sé cómo me lo monto pero siempre me toca un sobacarro cerca que me revuelve, literalmente, las tripas. Porque hay olores chungos, pero el olor a chotuno es de los que llevo peor. Y sobre todo cuando ese olor es así como denso, que ya está impregnado en la ropa  y que no se va ni con aguarrás. Y si encima esa peste se quiere camuflar con colonias o perfumes la combinación es ya una absoluta bomba letal. De todas maneras confieso que he tenido una suerte tremenda al medir más de un metro noventa, ya que los olores me suelen quedar bastante por debajo de la nariz. Por eso siento una absoluta solidaridad con la gente bajita que tenga la misma sensibilidad olfativa que yo. Porque lo deben pasar de puta pena. Eso tiene que ser horroroso.
Este tipo de olores es muy típico encontrarlos también en algunos taxis (en todos no, que hay taxistas que se pasan al otro extremo y te meten un chutazo de ambientador, que te dan ganas de bajar la ventanilla y respirar tubos de escape) Pero cuando uno se sube en un taxi dónde el olor a sudor ya está impregnado hasta en los reposa cabezas, ese es uno de los momentos más asquerosos y repugnantes que se pueden llegar a vivir. Que mira, que yo entiendo que el que está todo el día de aquí para allá termine sudando y, por lo tanto, oliendo. Entiendo la gente que tiene un olor fuerte. Los entiendo a todos siempre que mantengan una higiene. Lo que no puedo entender es al guarro de por sí, que hasta parece que le da morbo apestar. Mira, desde hace un tiempo, entre un subgrupo de gays que se conoce como el de los osos, existe otra subespecie de tíos que les mola ir de guarros, que se enorgullecen de serlo, y que les gusta practicar el guarreo. Entiendo que haya gente (bueno, en este caso no lo entiendo) que tenga morbos así. Porque a servidor eso de comerse un sobaco sudado o chupar un calcetín usado pues como que no. A mi se me acerca uno con olor a rancio y no le escupo en la cara porque sé que le pone. Como tampoco, y me paso al otro extremo, entiendo a las marilicras (otro subgrupo gay; sí, esto tiene más subgrupos que la clasificación de los insectos) que te dejan anestesiado de Dolce&Gabanna con tan solo rozarte. Que ni lo uno ni lo otro, vamos.
Y bueno, hasta ahora uno estaba acostumbrado a este tipo de olores y los esquivaba con bastante soltura. Pero ahora, con esto de que ya no se puede fumar en ninguna parte, los de los olores ha sido una erupción peor que la del Krakatoa. Ahora cuando entras en un bar, en una tienda o una oficina no huele a tabaco, no, eso es maravilloso, pero huele a agrio y a sobacazo que tira para atrás. ¡Hay que ver la de olores que camuflaba el tabaco! Y eso que estamos en febrero, que cuando llegue el calorcito esto va a ser más peligroso que la gripe porcina.
Me lo huelo.

martes, 22 de febrero de 2011

Aversión Original


Yo no sé si es por culpa del video, el DVD, las descargas por Internet o la madre que los parió a todos pero la gente ha perdido la costumbre de ir al cine. Muchas personas al entrar en una sala creen que ésta es una prolongación de su casa y actúan de la misma forma; comen, absorben, hablan, ríen, comentan, si llegan cuando la peli ya ha empezado tardan un huevo en quitarse los abrigos y sentarse, mandan mensajes por el móvil, y todo con un volumen de voz que me hace pensar que se creen que están solos. Les toca el papo que haya gente que está intentando ver la película. Les toca el chichi que haya más de uno que les chiste. Es más, algunas de estas personas se sienten ofendidas y siguen a su ritmo, aunque éstos son los más gilipollas de todos. Yo no sé si será porque el cine es caro o por qué, pero la gente cada vez se comporta peor y es más egoísta. Supongo que la falta de costumbre de pagar por ver una película les hace pensar que tienen una serie de privilegios y que, por lo tanto, pueden pasarse el respeto a los demás por todo el toto. 
Tengo que confesar que servidor es bastante tiquismiquis con esto de ir al cine. Tengo que llegar con el tiempo suficiente, odio llegar al cine cuando la película ya ha empezado. Si me trago el Movierecord, pues mejor que mejor. Me gusta estar sentado ni muy cerca ni muy lejos de la pantalla, la fila cinco, si la sala es grande, es perfecta. Y por supuesto centrado, como me toque en un lateral ya puedo estar revenido el resto de la película. Lo sé, son manías, pero son manías que no molestan a nadie. Al fin y al cabo si algo sale torcido el que se jode es uno solito consigo mismo. Pero el que te toquen a un lado o detrás los típicos que no paran de hablar o de comer palomitas es una tocada de cojones. Los hay que sorben la Cocacola como si estuvieran quedándose sin aire, los que tardan en quitarle el celofán a un caramelo una eternidad. Estos pobres muchas veces lo hacen despacito con la idea de no molestar, pero el ñiquiñiqui se prolonga tanto, que a uno le entran unas ganas tremendas de levantarse y meterle toda la bolsa de caramelos en la boca. Claro, y todo esto sucede mientras estás intentando concentrarte en la película. Que cuando uno ya está retorcido de desesperación escuchando al de al lado masticar palomitas, te das cuenta de que no te estás enterando una mierda de lo que pasa con el puto Cisne Negro. Y sí, es que ayer fui a verla. Cogí las entradas con antelación, fila cinco, super centrado, perfecto todo. Pues al poco de empezar la película, llega justo un grupito de chonis catetas que se colocan justo detrás y que no paran de hablar y reírse a gritos (desde cuando a las chonis les mola el cine en VOSE???) Bueno, pues empieza la peli y siguen hablando. Pero ahora susurrando, que es muchísimo peor, porque el susurro se te va clavando ahí, en la nuca, y ya empiezas a desconcentrarte. La peli empieza con música, y claro, eso a ellas les toca el chichi y siguen riendo y hablando en voz baja. Uno que ya empieza a mosquearse y que se gira para mirarlas con mala hostia. Ni puto caso, ellas siguen a lo suyo. Alguien por detrás les chista. Tampoco se callan, se ríen más incluso. Entonces en la peli empiezan a hablar y es cuando se callan de golpe. Sí, son de esas personas que creen que hasta que los actores no hablan no está pasando nada de interés. Bueno, el caso es que ya me relajo, me meto en la peli, pero para mi sorpresa que la choni cabecilla, la peor, una rubia teñida con una permanente super desfasada, comienza a comentarlo TODO: “Ay, que tiene una herida”, “Uy, que ha visto algo mu raro”, “Hala, que coge unas tijeras”, “Oh, que se cae bailando”… Pues sí, todo eso que a los demás nos parecía obvio, más que nada porque lo estábamos viendo, a esta cateta insufrible le impresionaba tanto que tenía la imperiosa necesidad de radiarlo como si de un partido de futbol se tratara. La muy hija de puta. Vaya peliculita me dio. Lo mejor fue su frase al acabar la peli: “Pues como pa apuntarse a clases de ballet, ¿no? Buah, qué chungo”. Obviamente en plenos títulos de crédito se levantaron y se fueron. Se acabó el Cisne Negro para ellas. Conforme salían de la sala ya pensaban en irse a un McDonalds. Y yo ahí, todavía sentadito en mi butaca. Con mi propio Cisne Negro.
Pero negro, negro.


lunes, 21 de febrero de 2011

Fuga de Cereblogs

A servidor le están entrando los temores de si se está exponiendo demasiado últimamente. Entre Facebook, Twitter y ahora este blog pienso que igual estoy cayendo en hablar demasiado de mí mismo. Que estoy contando demasiadas cosas, y algunas que quizás no debería contar. Además como siempre me ha dado mucho coraje la gente que habla y habla de sí misma sin el más mínimo pudor, este temor lo tengo aún mucho más agudizado. Siempre me he preguntado que por qué hay gente que está convencida de que su vida nos interesa tanto a los demás. Hay personas que te lo cuentan todo sin que tú les hayas preguntado nada y que luego ellas no te preguntan a ti ni la hora. Sólo tienen la necesidad de vomitar todo lo que tienen dentro sin esperar nada a cambio. Los veo como unos monologuistas de la vida, que por no esperar no esperan ni un aplauso. Y en cierta manera veo que las redes sociales y los blogs están incentivando todavía más esa actitud. Todos usamos estos nuevos medios de comunicación como un tablón en el que exponemos lo que pensamos, lo que sentimos o simplemente lo que nos pasa. Supongo que la falta de comunicación busca nuevas formas de comunicarse. Suena a paradoja total, pero es así.
Anoche mismo estuve viendo la final de Operación Triunfo. Era curioso ver a Nina, la directora de la Academia, con el portátil sobre las piernas twiteando como una loca. Lo sé porque servidor estaba en Twitter y leía sus mensajes en directo. Es curioso que ella, estando en ese momento en un medio de comunicación, se comunicara con los espectadores a través de otro medio como Twitter. Es la comunicación  dentro de la comunicación pero que, a mi modesto entender, refleja unas inmensas ganas de comunicarse por falta, precisamente, de comunicación. Un trabalenguas absoluto, un lío, pero es como nos estamos comunicando hoy en día. Lo malo es que este tipo de comunicación puede incitar al aislamiento y eso ya como que no mola. De hecho Nina estaba sentada junto a los concursantes y compartía más sus impresiones con los que estaban en Twitter que con los que tenía físicamente a su lado.  También me choca mogollón la imagen de un grupo de amigos en un bar, todos móvil en mano, mandando mensajes constantemente, pero sin cruzar ni una sola palabra entre ellos. ¿Para qué quedan? Seguro que hablan más entre sí cuando no se ven.
Volviendo a lo de si me estoy sobreexponiendo demasiado… Pues no lo sé, la verdad. Lo que si sé es que a mi me gusta contar y que me cuenten, escuchar y ser escuchado. Si a través de este blog o las redes sociales puedo mantener este toma y daca con los demás me mantendré en ellos. El día que me vea como Nina, o ese grupo de amigos en un bar, lo cerraré todo y desapareceré. Que para hablar por hablar me prefiero a mí mismo en un espejo.

jueves, 17 de febrero de 2011

Blonda Ambition


No tengo ni puta idea de dónde coño viene la fama esa de que todos los gays somos super sensibles y que tenemos un gusto de la hostia. Más de uno tendría que darse una vueltecita por Chueca, por ejemplo, para darse cuenta de que eso es un mito y una mentira como una casa. A la mariquinchi media lo que más le gusta es una ostentación y una marca. Eso le pasa al noventa por ciento de la población gay mundial, y tiene una explicación que voy a desarrollar a continuación: La mariquinchi media tiene unos gustos muy similares, viva en Albacete viva en Hong Kong. ¿Por qué? ¡Chi lo sa! Puede ser que la culpa la tenga Abba y toda una cultura chochi/marica homogeneizadora. Puede ser. Pero tampoco me voy a poner rollo Wikipedia que no es plan. Lo que sí marca una gran diferencia entre una mariquinchi y otra son los ídolos generacionales que a cada una le ha tocado vivir: A las actuales, por ejemplo, les pone una Britney o una Lady Gaga, y eso marca tanto en su manera de ser como en su moda generacional. Si nos vamos más atrás nos encontramos que Madonna ha marcado a otras generaciones. Pero ya no sólo a unas pocas, podríamos decir que Madonna es como un fenómeno parageneracional para cualquier mariquinchi que se precie. Audrey Hepburn o Cher son ya de una especie de mariquinchi más entradita en años que se sabe sofisticada y fina. El resto de esa misma franja tienen a Marilyn Monroe o a Judy Garland. Hay muchas más, (en España sin ir más lejos tenemos a Sara Montiel, Marta Sánchez, Alaska o Mónica Naranjo), pero se podría decir que con las internacionales ya componemos el fondo de armario básico de cualquier mariquinchi media común. Todo esto viene por lo de los gays y el buen gusto que se nos ha otorgado por gracia divina (y nunca mejor dicho). Si nos fijamos en todos estos mitos (que algunos llaman divas) se trata en su mayoría de mujeres bastante poco exquisitas, algunas muy ordinarias, otras sin gusto alguno, y en algunos casos menos femeninas que un leñador canadiense (salvo los de las pelis porno de Colt, obviamente). Seguro que ahora más de una mariquinchi se estará llevando las manos a la cabeza y gritando desgarrada: “¡¿Pero qué dices, marikong?!” “¡Si Madonna es super fina y super elegante!”, “¡Cher es todo clase y refinamiento!” Pues no, mona, no. En la mayoría de estos casos eso lo da una buena pestaña postiza, un buen foco, un buen fotógrafo y un buen estilista. Que tú pillas a cualquiera de estas “divas” recién levantada y te da un susto que se te saltan los braquets. Pues aquí es dónde quería llegar yo precisamente; que si la mayoría de los gays tenemos como meta a este prototipo de mujeres, muy buen gusto no podemos tener. Son mujeres que en su amplia mayoría no entienden de minimalismos, que son muy de Las Vegas, que les pirra un brillo y una pedrería, un dorado y un metacrilato, y eso, trasladado luego a una mariquinchi murciana pues se traduce en un horror, claro. Y quien dice Murcia, dice Chueca o Budapest. Da igual, porque la mariquinchi media está super mega globalizada. Y si luego ese gusto y esa exquisitez que se nos ha adjudicado, lo trasladamos al interior de algunas casas eso se convierte ya en una pesadilla: Obsesión por acumulación de objetos supuestamente finos y elegantes, por sofás epatantes de estampados imposibles, por lámparas ostentosas de formas rebuscadas, por brillos, por dorados, por cristales tornasolados, por tapicerías de tigre, por cojines de leopardo, por cortinas de terciopelo y por la invasión de detalles enfermizos como tapetitos, ceniceritos y figuritas. Eso en algunos casos, el resto de Ikea. Así que quién vuelva a decir que los gays tenemos un gusto super exquisito y super refinado, que se imagine primero, aunque sea por un momento, la decoración de la casa de Britney Spears.
Pues eso, un espanto.

miércoles, 16 de febrero de 2011

¿Tísica o Química?


Últimamente estoy muy desatado. Pero que muy desatado. No sé si será que hace un año que dejé de fumar, pero desde entonces tengo unas insaciables ganas de salir, de divertirme, de quemar la noche y la verdad es que no paro. Me lo paso teta. Además en este tiempo he ido conociendo a gente que por motivos diferentes también está con esas mismas ganas de salir y pasárselo bien. Igual es la crisis que nos tiene a todos agobiaos por la falta de curro y la falta de dinero, pero la cosa es que somos muchos los que tenemos la necesidad de tirarnos a las calles y volver a casa cuando ya casi se ha hecho de día (compartiendo copas y de botellones precarios, que no está la cosa para muchos despilfarros). Pues en este ramillete de amigos (me encantan los términos a lo José Luís Moreno) que he ido conociendo, todos somos de edades muy distintas pero todos tenemos las mismas ganas de comernos los bares y todo lo que pillamos por el camino. Y ya digo, todos de edades diferentes pero hay algo que siempre se repite: Servidor siempre es el mayor. No es que me joda, pero me toca las narices. Será porque ya he pasado de los cuarenta y estoy en eso que llaman “cuarenta-y”, pero el caso es que a veces me veo rodeado de chavales que podrían ser mis hijos. Aunque hay que reconocer que eso tiene su puntito. Que lo del rollito daddy funciona que te cagas entre niñatos. Que te ven así como experimentado y tal, y la verdad es que desde hace un tiempo tengo ahí un éxito que te cagas. Te hace sentirte un poco como un Gurruchaga decadente, pero como yo estoy estupendísimo, me dejo llevar, juego, coqueteo, que a nadie le amarga un dulce. Que a mi siempre me habían gustado los tíos mayores que yo, pero cuando uno va cumpliendo años va empezando a mirar hacia los más jóvenes, porque si continúo mirando hacia arriba podría acabar enrollado con Matusalén y como que no, gracias. Pues eso, que lo de estar con tantas ganas de salir y de moverme con gente que tiene la misma necesidad, no sé si es una cosa de unos pocos o también os pasa a alguno de vosotros. Hacer una exhaustiva investigación al respecto en Madrid (ciudad en la que vivo) es un chorrada, porque aquí la gente sale casi todos los días y los sitios están casi siempre llenos. Así que yo lo suelto al aire, para que me deis vuestra opinión, porque yo estoy venga a echarle la culpa al dejar de fumar, a la crisis o a la edad, y a lo mejor no es nada de eso o lo es todo. Y aprovechad y decidme todo lo que queráis que yo ahora estoy en un momento en el que todo me sienta bien, en el que me siento bien, en el que me río con todo, y en el que todo me toca bastante el coño. Fijaos si me lo paso bien, que hay noches en las que me despierto yo mismo descojonado de la risa. Que está de puta madre, sí, pero cuando ligas con un tío y le despiertas con tus carcajadas pues como que te sientes gilipollas perdido. Y el tío no sé lo que pensará. Ni idea. Pero la cuestión es que servidor continúa solterito… y más contento que unas castañuelas.

martes, 15 de febrero de 2011

Connie la Bárbara


Tengo una monitora de gym que es una joyita: Debe medir como un metro cuarenta centímetros, y eso que uno no es exagerado, no. Luce una larga melena rubia teñida, con gruesas raíces negras, que se ve que cuida poco; su pelo tiene un aspecto reseco, áspero y dejado que, cuando pasa por peluquería, intenta volverse esponjoso, pero como que no. Su cuerpo es chiquitito, puro nervio, machacado por las pesas, y que ella ya se encarga de lucir a través del escote de su chandal mostrando dos enormes globos que son tan grandes como las mancuernas que levanta. No tiene cejas, bueno sí, las tiene tan perfiladas que parecen dibujadas por tiralíneas. Y además negrísimas. Y además tiene cara de mala. De mala malísima. A mi me recuerda un poco a un carlino cabreao. Y lo es. Tiene una mala hostia la tía, que ríete tú de la teniente O’Neil. Pues por si todo esto fuera poco, Connie, que así se llama, remata su epatante look con unos chandals y unas deportivas imposibles que poco ayudan a realzar su diminuta figura. Y ya como remate de los remates, Connie corona su temible aspecto con una trenza larga y densa (recordemos su áspera y reseca melena teñida) en la que clava, literalmente, los bolígrafos y rotuladores con los que nos va diseñando las rutinas (tablas de ejercicios, vamos) de cada uno de nosotros. Ahí es ná. Y así, como una pequeña Godzilla, Connie se pasea por la sala del gym. Y con una vara que usa a modo de bastón como si  fuera la profesora de “Fama” . Miedo.
Cuento todo esto porque un buen día llego a mi gimnasio de siempre y me encuentro con este impresionante personaje. Hasta ese momento tenía al típico monitor cachas, que pasaba olímpicamente de todo, y que no se preocupaba en absoluto por el estado físico de ninguno de los clientes que pasábamos por allí. El monitor llegaba y cubría el expediente, nada más. Pues imaginaros que un buen día servidor llega al gym esperándose encontrar a su monitor habitual, y se encuentra con Connie. El impacto fue fuerte, duro, un shock. Pero es que la cosa no se quedó ahí. Desde el primer día Connie nos empezó a coger uno a uno a todos los que vamos al gimnasio para marcarnos unos ejercicios super duros, y a recordarnos a base de collejas lo mal que lo hacíamos todo. Consiguió que todos comenzáramos a sentirnos como auténticas mierdas e insignificantes ante ella (que ya es difícil). Como si de la selección rumana de gimnasia rítmica se tratara, y ella la entrenadora, Connie empezó a convertirnos en pequeños monstruitos que comenzábamos a notar los resultados de sus duros entrenamientos. Al principio todos nos cagábamos en ella, huíamos de ella, le teníamos auténtico terror. Ir al gym empezó a convertirse en algo tan chungo como ir al colegio o a la mili. Pero ahora, que todos estamos mucho más monos y nos hemos quitado un par de tallas, Connie parece más chafada y más triste que nunca. Ya no nos persigue de la misma manera. Llegó con muchas ganas, se entregó en cuerpo alma a su trabajo y a cada uno de nosotros, pero ya no.  Ahora está cabreada. Por lo visto sus jefes no le corresponden en la justa medida que ella se esperaba. Igual Connie se excedió sin que nadie se lo pidiera. Es lo malo que tiene que te guste mucho tu trabajo y tengas un jefe al que no. Quizás le pasó lo mismo al monitor anterior, quién sabe. 
Sea como sea todos le debemos mucho a Connie, porque gracias a su empeño y a sus estrictas tablas de ejercicios, algunos hemos pasado de la XL a la XS. Y eso sí que no tiene precio. Como tampoco tiene precio el cariño que le he cogido a pesar de lo que me he cagado en ella. 
¡Va por ti, Connie!

lunes, 14 de febrero de 2011

Kylie Borroka

Estoy enganchado a las redes sociales, lo admito. Me encanta hablar, reir y discutir con gente que no conozco de nada. Reconozco que me encanta provocar, soltar un cebo, porque sé que de inmediato me van a contestar mogollón de personas que saltan cabreados con una facilidad pasmosa. He comprobado que hay términos que no fallan jamás: Belén Esteban, Madonna, Lady Gaga, Telecinco y Sálvame forman parte ya de mi top ten de temas “calientes”. Sé que en cuanto digo algo al respecto mogollón de gente me deja el muro plagadito de comentarios. Si opino lo mismo que ellos de puta madre, pero como me meta con Madonna o defienda a Lady Gaga la cosa ya se vuelve violenta y me comienzan a poner verde. Será porque tengo un perfil muy marinquinchi, pero es así. 
De vez en cuando dejo mi parte frívola a un lado y cuelgo noticias de política que me joden o tomo partido por causas que veo muy injustas. En estos casos confieso que el número de comentarios baja de una manera alucinante. Me da la sensación de que la gente salta y se cabrea mucho porque Lady Gaga aparece en unos premios metida en un huevo, pero que no se molesta en absoluto porque Mubarak se negara a dimitir. Será porque tengo un perfil muy mariquinchi, pero me gustaría pensar que no es por eso. Ojalá me equivoque, porque sería muy triste y muy grave constatar que personas que han tenido que luchar por sus derechos ahora no les preocupen en absoluto los derechos de los demás (y que conste que no me estoy refiriendo a todos los gays, que los hay que se preocupan y mucho.) Por otro lado veo que una parte de este sector gay sólo se cabrea cuando Cuca García de Vinuesa hace una declaraciones homófobas o cuando Intereconomía insulta a Carla Antonelli. Es inadmisible, por supuesto que sí, pero también son inadmisibles otras muchas injusticias que se cometen en el mundo.
Lady Gaga es divertida, es un show. Mubarak no.

jueves, 10 de febrero de 2011

Delgada Madrina


¡Y nunca mejor dicho! Porque eso es lo que nos hace falta a más de uno que, como Terelu, tenemos tendencia a engordar. Uno se ha tirado mucho años intentando combatir "esos kilos de más" (frase que no soporto por cursi y porque te está llamando vacaburra muy sutilmente) pero que no hay forma humana de conseguirlo. Llevo años intentándolo comiendo menos, yendo al gimnasio, haciendo alguna que otra dieta imposible, y oye, que no, que la línea de flotación se mantiene ahí resistiéndose a abandonarme. Y claro, como uno lo intenta y ve que no hay resultados inmediatos (no nos engañemos, todos queremos vernos delgadísimos y monísimos a la voz de “ya”) pues lo manda todo a la mierda y se vuelve a poner tibio de bollería industrial y de todo lo que le ponga hecho una vaca. Y después pasa lo que pasa; que tras un época de abandono total, uno vuelve a verse hecho una morsa de trescientos kilos y decide volver al ataque, a los remedios milagrosos que sabe que no sirven para nada. 
Por otro lado nuestro aparato digestivo es el que lo pasa chungo, chungo pero de verdad; primero porque le acostumbramos a “burguerkins” y “chocomierdas” y después, cuando nos da el remordimiento, porque lo ponemos a super mega dieta, tanto que como mucho ve una hojita de lechuga, y siendo generosos. En definitiva, que esto de querer ser delgado es un horror cuando tu cuerpo se niega a serlo. Eso es como cuando una nace rubia rollo anuncio Timotei y quiere ser morena; pues que por mucho que intente ser morena teñida siempre le termina saliendo la rubia que lleva dentro. Y me pregunto yo: ¿Los gordos, entraditos en carnes o rellenitos cuando nos quedamos como Kate Moss seguimos siendo gordos en esencia? Dicen los tópicos que los gordos son alegres y que los delgados tienen mala hostia… ¿Y un gordo que pasa a ser delgado deja de ser feliz y se convierte en un gilipollas? 
Ay, no sé, que me estoy yendo por los Cerros de Úbeda… 
Mira, servidor, mientras tanto, y por si acaso, seguirá machacándose en el gimnasio. Que como lo deje podría acabar como Alex de la Iglesia y eso como que no.  Aunque a él ahora si que le ha venido a visitar Delgada Madrina… ¡Y en forma de balón gástrico! ¡Y hay que ver lo estupendo que se ha quedado el tío! ¡Para que luego digan que las hadas no existen! Visto lo visto voy a esperar a ver si me viene a visitar la mía en forma de liposucción o algo. Y creo que voy a ir a esperarla a una clínica de esas de ricas y famosas que hay en La Moraleja. Que hablando de hadas y de cuentos creo que es el lugar más adecuado para que mi cintura encuentre, por fin, su final feliz.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Fish Fucking

Que te metan la mano y el antebrazo y el codo por el culo no debe ser plato de buen gusto. A algunos les retuerce de placer, pero a mi, que me da terror hasta una colonoscopia, pues como que no. Además lo del fist fucking me parece lo menos erótico del mundo, tanto para el que lo hace como para el que lo recibe. Si fuera yo el que lo practicara me sentiría como un veterinario hurgando en el interior de una vaca, y si fuera el otro pues me sentiría ridículo además de vaca. Pero bueno, allá cada uno con sus gustos en lo que a relaciones sexuales se refiere. 
Cuando la cosa pasa ya a relaciones amorosas también hay mucha gente a la que le pone que le perforen el alma con un fist fucking emocional. Conozco a más de uno o una que sale de una relación y se mete en otra con una facilidad pasmosa. Y lo peor de todo es que la mayor parte del tiempo lo pasan fatal; o bien porque su pareja no les hace caso, o porque no están seguros de sus sentimientos, o por lo que sea. El caso es que son personas que, a mi entender, no saben estar solas. Personas a las que no les importa “despatarrarse” ante quien sea para que les “hurgue” el interior, aunque saben perfectamente que van a sufrir mogollón. 
En ambos casos se trata de personas que no les importa dilatar, dilatar y dilatar sabiendo que se la van a meter hasta el fondo y que eso les va a hacer dañito. Y tampoco sé si serán el mismo tipo de personas a los que les ponen estos dos tipos de fist fucking
Sea como sea uno es más de practicar el fish fucking; vamos, que si uno me quiere meter el brazo hasta el hígado, u otro me da que me va a hacerlo pasar fatal en una relación, les suelto un “que te folle un pez” y me quedo más ancho que largo. 
Y así me va.

martes, 8 de febrero de 2011

Arganda Profunda

Con lo difícil que está eso de conseguir una subvención para hacer un corto, el otro día andaba yo pensando qué podría hacer para conseguir que me dieran una. Está claro que si quieres conseguir una subvención lo suyo es montarte una historia que denuncie malos tratos, documentos desgarradores de niños con minas antipersona, o tráfico de putas rumanas por las mafias rusas. Si ya te montas un guión que tenga todos estos ingredientes, y además pones a un niño de protagonista, te dan todas las subvenciones habidas y por haber, y hasta te llevas el Goya y más premios muy importantes de este país. Oye, y que da igual que el guión sea coherente, que el corto esté bien hecho o que los actores sean buenos. Lo importante es que haya denuncia para que el que te da la pasta figure ahí bien clarito, y así todo el mundo sepa que subvenciona proyectos super guays.
Pues eso, que el otro día andaba yo pensando que historia podría contar para que me dieran pasta. 
A ver, a mi este tipo de dramones como que no me gusta contarlos, no van conmigo. Más que nada porque tengo una vena gamberra que siempre me termina llevando a los personajes hacia derroteros absurdos y con este tipo de historias pues como que no. 
¿Y de qué podría hacer yo un guión para que me dieran una subvención? Es que no es por nada, pero hacer cine es carísimo, aparte de jodido, y uno necesita sus ayudas como todo hijo de vecino. Si las tiene Almodóvar, Alex de la Iglesia o Iciar Bollaín, ¿por qué yo no? Ellos la necesitaron en su día y alguien se la dio, ¿no? 
Pues eso. 
¿Y un corto/documental? A mi eso de los documentales no es que me tire mucho, pero es que me venía a la mente un título muy revelador: “Arganda Profunda”.
Para el que no lo sepa Arganda del Rey es una bonita población de la Comunidad de Madrid. Tampoco es que tenga yo ningún vínculo con ella, pero el título me sonaba cada vez más sugerente.
Hombre, si me monto un documental sobre la historia del pueblo y de sus gentes seguro que el Ayuntamiento de Arganda me da una subvención. Además aquí lo de “Arganda Profunda” tiene un sentido super apropiado. Más que nada porque trataría el asunto de forma super seria y con super rigor documental. Mostraría la evolución del pueblo a lo largo de los siglos, sus costumbres, sus gentes, sus tradiciones ancestrales… Vamos, un coñazo. Que a mi eso tampoco me va.
Pero lo del “Arganda Profunda” me seguía llamando poderosamente la atención.
¿Y si cuento una historia un poco más cerduna? Lo sé, se va del tono documental, pero el título aquí cobra más sentido con las expectativas que uno le ha creado al espectador. Podría ser, por ejemplo, la historia de una ex actriz porno, una Miriam Sánchez cualquiera, que decide abrir un sex shop en el centro del pueblo con el escándalo que eso conlleva. Esta chica, alocada, y muy ligera para bajarse las bragas al primer golpe de calor, decide enseñar a las señoras de Arganda a masturbarse como es debido. Así que las reúne por grupos de edades todos los jueves en la plaza del pueblo, y a base de dildos y juguetes eróticos, les indica los “profundos” (aquí queda el título más que justificado) caminos del placer. Y la historia podría llegar a su fin con todas las argandesas gozando y corriéndose al unísono en una catarsis orgásmica total. Tendría que pensar un par de tramas secundarias para darle un poco más de enjundia a la cosa, pero hasta ya se me ocurre un título para una segunda parte: “Arganda es Castilla”; La historia podría girar en torno a una Agustina de Aragón del sexo que…
¿Pero y la subvención? Pues como que no me la darían. Pero fijo, vamos. Pero oye, que le voy a dar vueltas a la historia porque a lo mejor al final me animo y me la termino pagando yo.
Como siempre.

lunes, 7 de febrero de 2011

Gameradas: El origen

Que me perdone mi familia por utilizar un término que nos pertenece a todos y que yo me apropio para darle título a este blog. Y no sólo es una apropiación de un término, es también la apropiación de todo un código familiar. Las Gameradas no es que sean una invención propia, pero para nosotros como si lo fueran. Cuando nos reunimos cada uno suelta la suya propia, y la cosa se convierte en una escalada de a ver quién suelta la más absurda o estúpida con el único fin de echarnos unas risas. “En burka y captura” o “Mikado me lo dobaron” son Gameradas; juegos de palabras estúpidos, en la mayoría de los casos nada originales, pero que a nosotros nos sirven como seña de identidad familiar. Sabemos que no hemos inventado nada, que estos juegos de palabras existen desde que el mundo es mundo, pero que a nosotros nos hace ilusión pensar que nos pertenecen. Y es que en mi familia, desde generaciones atrás, lo del sentido del humor es algo que se ha inculcado siempre. Y aunque ahora padres, hermanos, sobrinos, etc. llevemos vidas totalmente diferentes, cuando nos encontramos, lo que más nos sigue uniendo es la risa y el sentido del humor.
Así que con este término que le “robo” a mi familia comienzo a escribir este blog. Un blog en el que comentaré lo que me apetezca, lo que me llame la atención, y de la única manera que sé: riéndome de todo pero sobre todo de mí mismo.
¡Mil gracias Familia Gamero!