Hoy es uno de esos días en los que uno estaría mejor calladito y sin decir nada. De hecho estoy escribiendo sin saber muy bien cómo voy a acabar y qué voy a decir. Y es un problema cuando se tienen cosas que contar pero uno prefiere callar. Y sí, aunque parezca mentira, servidor se calla muchas cosas. Peco de decir muchas, pero las realmente importantes, las que me afectan de verdad, las que me duelen, no las digo. Y eso, a estas alturas, no sé si todavía es bueno o malo. En una ocasión una compañera de trabajo, ante una situación claramente injusta, me dijo algo que me hizo pensar: “Tú todo lo que tengas que decir vomítalo, no te lo guardes dentro. Lanza la mierda al de enfrente y no te la quedes para tí”. Está claro que a ella le funcionaba que te cagas porque era la tía, aparentemente, más feliz del mundo. De todas maneras para hacer eso hay que valer. Y yo no puedo, no sé hacerlo. Por muy injusta que sea la situación, y yo sepa que tengo la razón, al final siempre termino tragándome las cosas aunque sepa que me van perjudicar directamente. Soy así de cretino, qué le vamos a hacer. Supongo que es algo que me viene de fábrica, porque esta actitud la he mamado desde pequeñito en mi casa. Mis padres son unas personas estupendas, demasiado buenas, que al final siempre se han llevado pequeñas y grandes decepciones precisamente por eso. Por callar ante situaciones que no se merecían en absoluto. Por decir eso de “da igual”, “no tiene importancia”, “¡qué le vamos a hacer!”. Cuando les he visto injustamente jodidos yo he sido el primero que les he dicho que eso no se debe hacer, que ante una injusticia uno no debe quedarse callado. ¡Pero qué fácil es decirlo cuando tú no eres la víctima! Porque cuando me pasa a mí actúo exactamente igual que ellos. Y sí, uno cree que así es mucho mejor, que se evitan enfrentamientos. Y la verdad es que se evitan. Pero se pasa mal. Uno piensa que la vida, con el tiempo, pondrá a cada uno en su lugar. Es muy típico pensarlo. Pensar que la justicia que no se recibe ahora el tiempo te la dará. Pero al final pasa el tiempo y uno va acumulando más y más silencios. Con sus dilemas. Y ahí andamos. Intentándolo. Que a lo mejor esto de escribir un blog viene muy bien como aprendizaje para soltarse la melena. Aunque también tengo que decir que mis padres, a pesar de sus silencios, son las personas más felices que conozco y además tienen una salud de hierro. Que callar a lo mejor no es tan malo. Que a ellos el tiempo sí que les ha puesto en su lugar. Así que pensándolo bien, lo siento mucho, pero otra vez me voy a volver a callar. Que así llegaré a los 93 años silbando y cantando bajo la ducha cada mañana.
Como mi padre.
Como mi padre.
te entiendo perfectamente... yo soy de evitar conflictos a toda costa. Es verdad que cuando uno vomita se queda mucho mejor, pero eso no soluciona nada. Cada uno adopta la manera de ser que cree que le funciona en la sociedad en la que vive. Yo, de momento, estoy contigo.
ResponderEliminarSí, pero no te creas que me funciona bien. O sí. No lo sé. Esa es precisamente mi duda. Si a lo mejor dijera lo que pienso de verdad las cosas me podrían ir mejor!!!
ResponderEliminarpues hijo yo soy de los que piensan que decir todo lo que piensas de vez en cuando te deja de un relajao....
ResponderEliminarxD
sí, si seguro que funciona! A veces lo he hecho, pero sólo con personas con las que tengo mucha confianza. Y sí, te quedas bien, pero también me dejan con mal cuerpo, no te creas!
ResponderEliminarCreo que lo que hay que procurar es intentar no llegar a la situación de tener que callarte algo! Si, algo imposible, pero ante la situación yo lo que tengo son amigos a los que llamo les hecho la mierda y luego les pido perdon! Pero lo a gusto que me quedo... jajaja
ResponderEliminarCon amigos es más fácil, lo jodido es en curros o con gente que no es de tu entorno! Gracias por los comentarios, guapo, que siempre estás ahí! ;)
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