Acabo de estar cruzándome mensajes en el muro de Facebook de un buen amigo. Un buen amigo que además es un excelente músico. El hombre está desanimado porque él mismo, totalmente solito y sin la ayuda de nadie, se ha currado un discazo tremendo. La cuestión es que el muchacho no sólo se lo ha currado musicalmente hablando, si no que además él mismo lo está moviendo y promocionando a saco. Todo un héroe para los tiempos que corren. Pero un héroe desanimado porque ve lo fatal que está la industria discográfica y el mercado. Porque son malos tiempos para crear lo que uno siente que tiene que crear. Que las industrias que mueven los cotarros sólo buscan el dinero fácil y rápido. Que lo que muchos consideramos “arte” ellos lo consideran “producto”. Y claro, ahí está la enorme diferencia entre querer ser un músico o convertirte en el Bisbal de turno. Que si no quieres ser Bisbal es porque simplemente ni lo eres ni lo quieres ser. Y pensando de esta manera lo tienes muy chungo para dedicarte a la música o al cine o a lo que sea hoy en día. Pero otro buen amigo y excelente músico también, con una gran carrera a sus espaldas, le apoya en su “desanimo” pero dejando asomar cierto optimismo. Le ha comentado algo que me ha parecido tan interesante como para dedicarle una entrada del blog. Y lo transcribo literalmente: “Hemos llegado al punto exacto cuando me inicié en todo esto. No había un horizonte prometedor en el 77/78, y tratamos de divertirnos y hacer cosas unos cuantos por el puro placer de la diversión. Lo justo para pagar el alquiler del local de ensayo y de las cañas previas al concierto. Creo que teniendo ese espíritu y esa ilusión conseguiremos contagiar a más gente. Y la rueda volverá a girar. Es una simple opinión”.
Sólo añadir, y así se lo he dicho, que comparto su opinión totalmente. Que creo que las crisis, aunque son horribles y muy duras, al final siempre traen cambios y transformaciones muy positivas. Y que esos cambios y transformaciones no surgen por arte de magia. Que esos cambios y transformaciones vienen de la mano de personas que, como él, han sido fieles a sí mismas en todo momento. Personas que, aunque podrían haberse “vendido” a las industrias y a los mercados, han preferido ser honestas consigo mismas y han seguido haciendo lo que creían que debían hacer. Pero eso no quita que uno tenga momentos en los que lo vea todo negro, que quiera tirar la toalla. Pero aunque ese sentimiento negativo es muy común en el ADN de cualquier artista, es muy necesario para luego resurgir y evolucionar. Que las mejores creaciones surgen tras periodos de rabia, desilusión y dudas.
Y por cierto, ¿Bisbal tiene de eso?