Voy a confesar un secreto inconfensable, pero es que con la Iglesia hemos topao. Resulta que servidor fue a un colegio del Opus en una zona muy respetable del Vallés barcelonés. Sí, es un horror de secreto, lo sé. Pero más putada fue para mí que encima me tocó vivirlo. Pues eso, que se trataba de un colegio mu fino y mu elegante que se suponía que estaba hecho para que a él sólo fuese gente bien. He dicho gente bien, no gente de bien, que quede claro. Gente con mucho estilo, mucha clase, mucho clasismo y, sobre todo, mucha pasta, que eso es lo que más les interesaba al Opus. Bueno, pues resulta que a servidor eso de ser mariquinchi ya le venía de fábrica, y siendo de una familia de esas que se supone que tiene dresscode pa entrar en un colegio del Opus, pues era un marrón tremendo. Porque eso de ser “rarito” o “diferente” en un entorno como ese pues era una putada enorme. Y más cuando en aquel momento yo todavía era un crío y no tenía ni idea de lo que significaba ser “maricón”. Y claro como los niños a esa edad son unos “hijosdeputa”, son los primeros que te lo pillan y los primeros que te empiezan a hacerte un bullying que te cagas. Aunque esto de que te llamen “maricón” en el colegio no es una exclusividad de los del Opus, no. Que desgraciadamente eso pasaba y sigue pasando en todo tipo de colegios. Que eso de insultar y humillar, a los niños les da mucha marcha. En mi caso el bullying que sufrí, que es el que conozco y aún recuerdo con horror, me parecía absolutamente brutal porque veía, además, que tanto profesores (numerarios del Opus todos) y curas (del Opus todos) lo alimentaban, y encima giraban la cabeza cuando mis compañeros de clase me insultaban. Y además los muy cabrones se reían. Eso como niño, en aquel momento, no lo entendía. No entendía que los que supuestamente me tenían que proteger no lo hicieran, y encima disfrutaran viendo como me machacaban. Evidentemente a mis padres o hermanos no les podía pedir protección porque eso me obligaba a contarles algo que yo todavía no sabía muy bien lo que era. Y además podrían rechazarme por ser rarito. Y claro la suma de todo eso me generaba miedo, mucho miedo, terror, pánico. Pánico a toda esa gente que se suponía que eran gente bien. Gente con clase y gente muy educada. Gente con mucha posición y con mucho poder. Gente que a su vez me arrinconaba e insultaba por ser diferente. Y pánico a los religiosos, claro. Pánico a esos curas que se suponía que estaban ahí en representación de la Iglesia y que eran los más hijos de puta de todos. Pero tengo que confesar que todo ese pánico y terror que sentía por todo lo que olía a Iglesia se me esfumó con los años. De ahí pase al desprecio y de ahí a la ignorancia más absoluta. Aunque ignorarles del todo no se puede nunca. Y más cuando escuchas al Papa y la a Iglesia en general soltar patadas y perlas homofóbicas. Por otra parte escucharles todas esas brutalidades es motivo casi de alegría porque hace muchos años la Iglesia no se pronunciaba respecto a este tema. Hace unos años no existíamos para ellos. La homosexualidad era un tema que no les afectaba. Pero por suerte los tiempos cambian y cuando la homosexualidad ha empezado a ser más aceptada la Iglesia ha empezado a sentirse amenazada. Se ha visto más arrinconada, más sola. Un poco como el niño que fui en aquel colegio del Opus. Un poco como todos los gays que han sido perseguidos. Pero ahora parece que los “perseguidos” son ellos. Así lo manifiestan ellos, por lo menos. Pobrecitos. Una lástima. Ahora se quejan de que nadie les quiere, que nadie les comprende, que la gente no les respeta. Y claro, se defienden de la única manera que saben: insultando y atacando.
Si de niño me hubiera defendido de su bullying como hacen ellos ahora qué diferente habría sido todo para mí. Pero como no se puede volver hacia atrás (gracias a Dios), ahora soy yo el que le hace bullying a la Iglesia. Ahora soy yo el que la arrincono, la desprecio y me río de ella. Que ver como cada día se hunde más en su propia mierda para mí es un motivo de alegría. Y que conste que no es venganza. Que cuando uno es malo al final recibe lo que ha sembrado.
Si de niño me hubiera defendido de su bullying como hacen ellos ahora qué diferente habría sido todo para mí. Pero como no se puede volver hacia atrás (gracias a Dios), ahora soy yo el que le hace bullying a la Iglesia. Ahora soy yo el que la arrincono, la desprecio y me río de ella. Que ver como cada día se hunde más en su propia mierda para mí es un motivo de alegría. Y que conste que no es venganza. Que cuando uno es malo al final recibe lo que ha sembrado.
Que a eso se le llama justicia divina, ¿no?
Pues hale.